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Quién más te ama

No dejan de danzar en mi mente aquellas palabras de bienamado poeta, rebotan entre ellas sin poder seguir el orden con que fueron rejuntadas. Acaso el cemento que las fijaba ya venció; será que cuando las arranqué de mí destruí hasta los cimientos. Pido disculpas, en ese tiempo el temor era dueño de mis acciones y arrebatos.
Como si deshacerme de ellas formara parte de un contrahechizo o algún conjuro contra quien sabe qué maldición.
Hoy ya no me aterran sus palabras, tampoco mis recuerdos de esa vida. En qué encantamiento estuve sumida todo ese tiempo, debo muchas consecuencias a esos hechos. En ese tiempo se formaron algunos de los engranajes que hoy forman mi ser.
Me resulta indescriptible lo que sentí cuando leí esa hoja llena de sentimientos puros, dejando de lado si eran malos o buenos. Los absorví en mi piel y en mi corazón, derramé mis lágrimas sobre sus palabras. Tan necesitada estaba de creer que jamás dudé.
Este presente que ahora experimento me trae nostalgias de esos sentires, no po falta de ellos, al contrario, sino flashes infrecuentes que azotan mi mente, mostrando entre sueños algunos momentos, esos que te dejan marcas en el alma pero no en el cuerpo; esos que ahora mismo con paz yo recuerdo.
Lo que más me apreta de este sentir es que no estoy sola, estoy junto a tí, oh duende de mi alma, elfo de mis sueños, cómo es que te amo tanto sin quererlo; perdona mis faltas, anhela el encuentro.
Por tí escribiría yo dulces palabras, bellas como aquellas que alguien regalara; pero serían mías y no del poeta, porque te amo sin tiempo ni espacio, porque te amo bueno. Porque yo te amo aun cuando sueño. No dejo de hacerlo, ni cuando me muero.


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