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Cerrado por reparaciones

I
Estoy yendo y viniendo
por un pasaje de rostros conocidos
por un túnel de recuerdos
por un columpio de sombras
Pienso en un tambor
un movimiento, un sonido
cinco huecos no, uno solo
Sería demasiado acertarlo
sería muy fácil errarlo
Y no me escapo y no me quedo
sólo voy y vengo
Pienso y despienso.


II
Y sí,
estoy poseída
por un demonio
inseguro de quedarse,
temeroso de irse
Paseando de a ratos
libera mi ángel
pero éste lo extraña
Su paseo acaba
y al volver a mí
me incendia el cerebro
quien ni malo ni bueno
se pierde en deseos.

III
Gracias por tus sonrisas
y las mías
me llenan de luz
al evocarlas
Sabés porqué te doy las gracias
realmente necesitaba
acordarme cómo era

REIR SONREIR

MIRAR SENTIR

Ahora puedo llorar
por lo que olvidé
sabiendo
que lo puedo recordar.


Septiembre 9, 03:00 a.m.

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Mi yo (Alfonsina Storni)

Hay en mí la conciencia de que yo pertenezco al caos, y soy sólo una forma material, y mi yo, y mi todo, es algo tan eterno como el vertiginoso cambio universal. Soy como algo del Cosmos. En mi alma se expande una fuerza que acaso es de electricidad, y vive en otros mundos tan llenos de infinito que me siento en la Tierra, llena de soledad. Cuando en un día tibio percibo la caricia de la vida, hay algo que pasa por mí tan intenso y extraño, que deso morirme para seguir viviendo como nunca viví... ¡Vida! ¡Toda la vida!... Es el grito que siento subir de mis entrañas hasta la inmensidad... ¡Cada célula mía quisiera ser un astro, un mar, todo el misterio de la fecundidad! Mi cuerpo, que es mi alma, suele sentirse guzla, una guzla de plata con cuerdas de cristal naturalmente templa la cuerda y es po reso que me siento encarnada en todo lo ancestral. //////////////////////////////////////// ¡Alfonsina lo dijo mucho mejor que yo! Gracias por sus palabras, que cierto día hice mías.

Los años, el tiempo, la soledad.

Los años no pueden ser abolidos. Vienen para quedarse, no podemos deshacernos de ellos, y se acumulan en el cuerpo, en el alma y en el corazón. Aunque también en la cabeza. A medida que se acumulan nos hacen sentir los cambios más drásticamente y, por ende, nos hacen notar más las diferencias que existen entre la realidad de hoy y la que añoramos. Así también nos hacen comprender y aprender muchas cosas; es como si fueran cambiándonos la ubicación desde la que vivimos la vida, o desde la cual la vemos. Se mezclan el pasado y el presente. Los años nos envuelven y nos trasladan; entonces, desde otro lugar, nos vemos a nosotros mismos haciendo cosas que ya no haríamos –por temor o desinterés- o que ni imaginaríamos hacer; pero que sin embargo antes las hacíamos. ¿Por qué? Es tan inevitable la mutación, el crecimiento, el traslado. Cada vez más cosas nos van resultando ajenas: los rostros, los nombres, las voces, las almas… Todo cambia a nuestro alrededor, ¿por qué habríamos de ser los úni...