La noche es una cueva de demonios, de espíritus renegados por amor, salvajismo y crueldad. Demonios que se enroscan en piernas celestiales y huelen y lamen el dulce hedor.
De abajo hacia arriba está estipulado: no hay porqué creerlo, todo es inventado. Yo quiero creer, antojo llamalo, en ángeles negros con ojos quebrados, en demonios blancos con olor a baño, en altos y malos, en bajos y buenos, en locos volando siempre al ras del suelo.
De arriba hacia abajo esperan misterios, cada vez más grandes, complejos y horrendos, cada vez más bellos, sabrosos y cruentos.
Quisiera vagar por las noches sin dueño, reptar por el cielo, dormir en el seno mismo del universo. Quisiera ser big bang, también quisiera implotar; qué loco sería poder transitar el peor mundillo y luego el mejor, sabiendo que es feo no sentir dolor.
Poder morir antes de nacer; poder salir antes de entrar, poder estar en coma un tiempo deseado y retornar luego a la vida que llevo.
Poder ser dual no me satisface, quisiera ser yo un sin fin de personas, todas juntas.
Qué bueno sería crecer con la mente dominando el cuerpo, este que se siente; metamorfosearse de acuerdo a tu gusto o estado del alma. Si quiero ser pez, ¿por qué yo no puedo? Un tigre, un halcón, muchas cosas quiero.
Quiero ser aire también y entrar por tu boca, quedarme en tu pecho y ser tu sustento, incluso en tu sangre, si yo fuera aire, podría matarte. No verías nunca mi cara de placer.
Es que si te mato, me como tu vida; pero si me muero, no seas mi herida.
Mejor es que estemos en dos hemisferios:
uno en el del día, sin ningún remedio; otro en el de la noche, con algo de ingenio.
uno en el del día, sin ningún remedio; otro en el de la noche, con algo de ingenio.
Septiembre 12, 03:37 a.m.
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